Miravet es un pequeño pueblo de la provincia de Tarragona que se encuentra situado a orillas del río Ebro, en la comarca de Ribera d´Ebre. Lo que le caracteriza es su situación, a orillas de un meandro del río Ebro y con un castillo templario en lo alto.
Es un pueblo con mucha historia, de esos en los que «han pasado cosas», y eso se nota cuando vas paseando por sus callejones medievales. Todo el pueblo tiene un aura misteriosa.
Pero lo primero que te llama la atención desde la carretera, cuando vas llegando al pueblo, es su situación. Ves un pueblecito encaramado en una loma, con un castillo arriba del todo y con las casas casi tocando el agua de un enorme y caudaloso río Ebro que, justo en el momento en el que pasa rozando el pueblo, hace una enorme curva. La imagen es encantadora, de esas que se quedan en tu retina, y que a mí me gusta coleccionar.

A Miravet llegamos, volviendo a casa, después de haber pasado unos días en la comarca del Priorat, una zona muy recomendable para visitar bodegas, hacer catas de aceite y recorrer estrechas carreteras rodeadas de viñedos. Un viaje muy recomendable.
Pero además de lo bonito que es el entorno en el que está ubicado el pueblo de Miravet, una de sus curiosidades es la relación que tiene con los templarios, que lo eligieron para edificar uno de los cien castillos que construyeron en la península ibérica, aunque ahora la mayoría están en ruinas.
A lo largo de la historia hay personajes que están unidos a misterios, leyendas y enigmas. Unos de ellos han sido los Cátaros, cuya historia y castillos conocimos en nuestro viaje al País Cátaro, en el sureste de Francia, otros han sido los Caballeros de la Orden de Malta, y de ellos conocimos su historia cuando visitamos la isla de Rodas, en nuestro recorrido por las islas griegas, y otros son los Caballeros de la Orden del Temple o templarios, que son de los que vamos a hablar hoy.
Cuando visito algún lugar como Miravet, que está tan influido por alguna parte de nuestra historia, no puedo evitar el buscar algo de información sobre ella y en este caso esto es lo que he recogido.
La Orden del Temple, a la que pertenecen los caballeros templarios, se fundo en el s. XII y fue eliminada a principios del s. XIV. En esos dos siglos llegaron a tener muchísimo poder y construyeron mas de 800 castillos por toda Europa, y de ellos más de 100 en España, aunque la mayoría está en ruinas, pero este de Miravet está bastante conservado.
Si quisieras visitar los castillos templarios en España mejor conservados los verás en Belmonte (Cuenca), en Ponferrada (León), en Jerez de los Caballeros(Cádiz), en Monzón (Huesca) y en Peñíscola(Castellón).

Otra curiosidad de Miravet es que, desde su pequeño embarcadero estratégicamente situado, y desde el que se consiguen las mejores fotografías del conjunto del pueblo, se puede cruzar el río con el coche por el Pas de la Barca.
Aunque antiguamente habían muchos pasos de este tipo para cruzar el Ebro, éste es el único que queda en el que todavía se cruza el río en una barcaza de madera sin motor, utilizando una cuerda, las corrientes del río y la pericia del barquero.
Justo el día que estuvimos nosotros en Miravet estaba lloviendo y no funcionaba la barca, pero debe ser una curiosa experiencia el cruzar el río por este paso, el único transbordador fluvial que cruza el río Ebro al modo antiguo. Vimos que costaba 3€ cruzar el coche y cabían tres coches en cada viaje.

Cuando ya nos hartamos de hacer fotos desde el embarcadero, desde el que hay unas preciosas vistas de Miravet y de su Castillo, empezamos la visita al pueblo y fuimos subiendo, acompañados por una fina lluvia, por las callejuelas del casco antiguo que te van dirigiendo hacia la Iglesia, y más arriba hacia el Castillo, parándonos de vez en cuando a disfrutar del paisaje.
Subiendo a pie hacia el castillo, al que también se puede llegar en coche por una carretera que bordea el pueblo, vas viendo lugares curiosos del trazado medieval de las calles del pueblo, y una de las cosas que más nos llamó la atención fueron las casas colgadas a las orillas del río.

Ya he dicho que Miravet es un pueblo en el que «han pasado cosas», y no solo los templarios decidieron que este era un buen lugar estratégico donde ubicar su Castillo, sino que aquí mismo también tuvo lugar una de los momentos cruciales de nuestra Guerra Civil.
En julio del 1938 las tropas republicanas cruzaron el Ebro y entraron en territorio nacional, y así comenzó la Batalla del Ebro, la más larga de la Guerra. Este episodio marcó fuertemente a todas las poblaciones afectadas, y por supuesto a Miravet, donde aun se pueden ver algunos impactos de balas y bombas en edificios y algunas trincheras alrededor del pueblo.

Nos despedimos de Miravet y de su Castillo y vamos volviendo hacia casa bordeando las orillas del omnipresente río Ebro prácticamente hasta su desembocadura.
Y pensamos que conducir acompañados por este caudaloso río es una manera perfecta de acabar nuestro viaje.
