Este fue un viaje de «pensat y fet » que salió redondo como tantas cosas que haces casi sin organizar y salen bien. Era un puente de invierno. Cogimos el coche y atravesamos el país de este a oeste para llegar a Lisboa.
En los viajes de invierno hay que tener en cuenta que se hace muy pronto de noche por lo que preferimos hacer visitas urbanas en lugar de visitar zonas rurales.
Las ciudades siguen teniendo vida cuando cae la noche y puedes seguir visitándolas o ir a ver algún monumento o edificio iluminado lo que hace que puedas aprovechar el día completo. La única excepción es cuando vamos a esquiar, porque cuando se hace de noche estás tan cansado que solo te apetece estar calentito en el hotel leyendo o viendo una peli.
Pero, por lo general, aprovechamos las escapadas invernales para conocer nuevas ciudades, como Lisboa.
Nada más salir de España Portugal te recibe con un bonito puente, el del 25 de Abril, por cierto de peaje, que cruza el Tajo y con un gigantesco Cristo semejante al Corcovado de Río de Janeiro.

La historia del Cristo es curiosa ya que fue una promesa que hicieron los obispos portugueses si Portugal no entraba en la Segunda Guerra Mundial. Y como Portugal fue neutral, aunque más bien por razones políticas que religiosas, en cuanto finalizó la guerra se empezó a construir el Cristo .
Preparando el viaje había leído que Lisboa está asentada sobre siete colinas, como Roma, Edimburgo, Estambul o San Francisco. Esto tiene una parte buena y una mala.
La buena es que tiene unos miradores desde donde se obtienen unas vistas estupendas de la ciudad. Lo malo, que para llegar a los miradores hay que subir, y mucho.
Pero aquí está la peculiaridad de Lisboa, sus ascensores, sus elevadores y sus tranvías, y nosotros, como el resto de habitantes de aquí, usamos los tres. Ahora os cuento.
El paisaje que se quedó en mi retina: Los Barrios: el Alto, la Baixa Pombalina, el de Belem y el de Alfama.
El Barrio alto

Estaba anocheciendo cuando decidimos subir al Bairro alto y para hacerlo cogimos el ascensor de Santa Justa. Es todo de hierro y de estilo neogótico. Fue construido a principios del siglo XX por un discípulo de Gustave Eiffel, el constructor de la Torre Eiffel.
Une el barrio llamado La Baixa Pombalina con el Chiado en el Bairro Alto. Son 32 m. de desnivel. En lo alto hay una pasarela desde donde hay unas estupendas vistas de la Baixa, el Rossio y el Castelo de San Jorge en lo alto de otra colina. Así se veía iluminado.



En la parte noble del Barrio Alto de Lisboa, llamada el Chiado, se encuentran algunos cafés de principio de siglo. El más conocido es A Brasileira, el más antiguo de la ciudad. Fue el primer local en el que se empezó a servir la tradicional «bica», una pequeña taza de café fuerte y espumoso, el equivalente portugués del espresso italiano.
A principios de 1900 el café era una bebida más del pueblo llano que de los aristócratas, que preferían el té, pero aquí se puso de moda tomar café gracias a las antiguas colonias portuguesas de Brasil que hicieron del café portugués uno de los negocios más prósperos de principios del siglo XX en Lisboa.
Este floreciente negocio se nota también en la apertura de los primeros cafés de la capital, como A Brasileira, que fue durante décadas el punto de encuentro de artistas e intelectuales, que se reunían en torno a sus mesas formando legendarias tertulias.
Y para recordar aquella época dorada en la puerta de A Brasileira está la figura de bronce de Fernando Pessoa, poeta y escritor portugués, conocido mundialmente. Todo turista que pase por Lisboa debe detenerse y hacerse una fotografía con Pessoa y yo no iba a ser la excepción.

Los demás elevadores, el de Gloria, el de Lavra o el de Bica, que unen la parte baja de Lisboa con la alta, no son verticales como el de Santa Justa. Son mas bien funiculares que suben y bajan por calles muy empinadas.

La Baixa Pombalina
Lisboa ha sido destruida casi totalmente en varias ocasiones. En 1755 un fuerte terremoto destruyó el 90% de la ciudad, seguida de numerosos incendios y de una ola sísmica que arrasó la zona Baixa. Se reconstruyó siendo Primer Ministro el Marqués de Pombal. Por eso el barrio se llama Baixa Pombalina. El Marqués de Pombal diseñó calles anchas, paralelas y perpendiculares en torno a dos plazas: la del Rossio y la Plaza del Comercio, a orillas del Tajo.
La plaza del Rossio es el auténtico corazón de la ciudad. Allí nos tomamos, en la terraza del Café Nicola que tiene una preciosa fachada art-deco, los famosos pasteles de Belem. Aquí está también la estación de trenes de estilo neo-manuelino.

La Plaza del Comercio está donde antes del terremoto se levantaba el Palacio Real, que quedó totalmente destruido. Es una plaza cuadrada con tres lados edificados y un cuarto abierto al Tajo. Ahí llegaban antiguamente los barcos mercantes y es de donde salen los barcos que cruzan a la otra orilla.

Mirad que asientos más curiosos y coloridos había en esta plaza.

El barrio de Belem
Este barrio está un poco alejado del centro de la ciudad, por lo que cogimos un tranvía para llegar, exactamente el tranvía moderno nº 15. Ésta es la zona del puerto por donde entraban y salían las carabelas de los navegantes portugueses.
Aquí encontramos la Torre de Belem, que le da nombre al Barrio, y a unos pastelitos de crema buenísimos que se inventaron en una pastelería del Barrio donde siempre hay laaaargas colas de turistas para comprarlos. Son los pasteis de Belem.

La Torre de Belem es una antigua construcción militar que ha sido usada también como prisión y como faro.
Cerca de la Torre de Belem está el Monumento a los Descubrimientos. Se construyó en 1960 para conmemorar a patrones, marineros y todos los que tuvieron algo que ver con la Era de los Descubrimientos, que fue un periodo histórico que se extiende desde principios del siglo XV a principios del XVII y durante el cual los navegantes europeos, sobre todo portugueses, españoles e ingleses, recorrieron casi todo el Planeta haciendo mapas.
El monumento tiene representadas a 33 personalidades que tienen que ver con los Descubrimientos. Impresiona con su color blanco y su forma de Carabela. Puedes hacerte una idea de lo grande que es cuando lo comparas con una persona.
En esta foto se ve las dimensiones que tiene.
Y en este detalle lo realistas que son las figuras .

También en este barrio se encuentra el Monasterio de los Jerónimos en el que están enterrados numerosos Reyes e hijos de Reyes de Portugal, así como otras personalidades lusas. Es de estilo gótico tardío y manuelino y ha estado reformándose y ampliándose hasta el siglo XX.

Su capilla, a la que se entra gratuitamente, es de una sola nave y está sujeta por seis columnas con dibujos diferentes y que parecen no tener fin.
Y en la misma calle de los Jerónimos está la pastelería donde se empezaron a elaborar los Pastéis de Belém en 1837 siguiendo una antigua receta del propio Monasterio que, según dicen, es la que reproducen todos los días en su fábrica manteniendo la receta original.
Se cuenta que los cocineros que trabajan en la fábrica deben firmar un contrato de confidencialidad asegurando el secreto de la receta.
Si tienes tiempo y no te importa hacer cola (si fueras con mi marido eso sería imposible, ¡es enemigo acérrimo de las colas!) tómate unos pasteis de Belem en el mismo lugar donde se inventaron.
Barrio de Alfama
Este Barrio está situado en otra de las colinas y en su cima está el Castillo de San Jorge. Cerca del Castillo se encuentra la Catedral de Lisboa (La Sé). El barrio de Alfama es el más antiguo. Era un barrio de pescadores y la cuna del fado. Dicen que aquí es donde se pueden escuchar los fados auténticos y no en el Chiado que es un barrio mucho más enfocado al turismo.
Para ir a Alfama has de coger el tranvía de la línea 28 (carreira 28) que es el típico tranvía clásico y amarillo tan identificado con Lisboa. Por supuesto va lleno de turistas, con sus mapas desplegados, sus cámaras de fotos y por lo tanto de «carteristas» ¡Ten mucho ojo con tus pertenencias!
Este Barrio es como un laberinto. El tranvía cabe tan justo por esas calles estrechas y empinadas que pasa casi rozando las puertas de las casas.

Y llegamos al Castillo de San Jorge. Las vistas desde allí son preciosas. Una de las cosas que más me gustó de Lisboa fue la cantidad de miradores que hay desde donde poder observar la ciudad desde las alturas.


En este Castillo vivieron del siglo XIII al siglo XVI los Reyes de Portugal. El Castillo es bastante grande. Nosotros estuvimos casi toda la mañana ya que desde cualquiera de sus once torres puedes recrear tu vista hacia todos los puntos cardinales de Lisboa.


Y se acaba el viaje y cuando volvemos a cruzar el Puente del 25 de Abril, esta vez dirección España, nos vamos con la sensación de que este país vecino, y al que no solíamos mirar cuando pensábamos en viajar, tiene muchísimas cosas que mostrarnos, y que, aunque compartimos península, no es tan parecido a nosotros.
Si viajas a Lisboa verás como Portugal estará a partir de entonces en tu punto de mira.
Nosotros estuvimos este verano con unos amigos de tour en portugal y pasamos 3 dias en Lisboa y la verdad que me gustó mucho. Nos quedamos con ganas de poder estar mas dias. Volveremos.
Gracias por contarnos en tu blog estos maravillosos viajes
Cualquier destino tiene algo que enseñar si se busca bien pero a veces tenemos a Portugal un poco olvidado cuando preparamos viajes. Buscamos destinos en otros paises de Europa y nos estamos perdiendo lugares originales y bonitos más cerca de casa.